miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sobre la fruta

Hoy una enfermera me ha explicado por qué no es conveniente comer fruta en la cena. Lo había escuchado muchas veces, pero hasta ahora nadie me lo había explicado. Resulta que cuando decidimos cenar sólo fruta en realidad estamos empeorando el tema porque la fruta se fermenta en el estómago -la fermentación, si no me equivoco, sólo se produce en alimentos con azúcar natural- mientras éste, el estómago descansa también al estar nuestro cuerpo dormido. De esta manera, la fruta se queda ahí estancada hasta la mañana siguiente provocando hinchazón y cuando la asimilamos ya ha perdido todas sus propiedades beneficiosas, vitaminas, etc. Por tanto, el mejor momento para comer fruta -si no nos podemos dar el lujo de hacerlo a media mañana y media tarde- acaba siendo el momento del desayuno o antes de la comida (si no hacemos siesta).
Se supone que un desayuno saludable debe contener lácteos, cereales y frutas. Parece una difícil combinación si pensamos en nuestro habitual café con leche con tostadas o galletas, ¿no? He decidido ir alternando y desayunar cada dos días cereales con un poco de leche y frutas. Si no aguanto sin nada caliente, tomaré un te verde con un poquito de leche semi. Y sólo me haré el desayuno de reina los domingos: pan integral, un poco de queso, alguna mermelada, frutos secos y café con leche. Ya os contaré si noto algún cambio.

2 comentarios:

Javi dijo...

Hola : ), es muy posible que lo leyeras en mi blog alguna vez, ya que lo he comentado en alguna ocasión. Yo se lo oí a un doctor hace algunos años y es una persona a la que le tengo cierta consideración profesional.
Cambiar de hábitos es complicado pero no nos queda otra guapetona ; )
Fuerte abrazo

Odalisca dijo...

Javí, pues no, no fue en tu blog. Me lo explico una enfermera que vino a dar una charla a mis alumnas sobre alimentación saludable. Olvide escribir en el post algo que también me impresionó: esa fermentación de la fruta en el estómago produce alcohol y, a la larga, puede afectarnos el hígado tanto como si fuéramos bebedores habituales. Me pregunto por qué no nos enseñan estas cosas en la escuela. Como diría Fito "si es por el maestro, si es por esos libros, nunca aprendo". Un abrazo!