Supongo que en lugar de reflexionar tanto, debería ser más práctica en este blog y simplemente dedicarme a hacer un registro de comidas, ejercicios y trucos que, en realidad, es lo que nos puede servir para cambiar de hábitos, pero después del golpe del otro día, no hago más que pensar en qué nos hace estar así. Sé que existe una explicación científica probada: si se consumen más calorías de las que se gastan, acumulamos grasas. Cierto, pero ¿qué pasa con la genética? estoy segura que existe algo que todavía no sabemos porque no es lógico que haya personas inactivas y comilonas, flacas como una escoba y otras que tengan que estar siempre pesándolo y midiéndolo todo. No encontraré la respuesta, supongo, pero aquí os dejo una teoría un poco especial. ¿Estáis de acuerdo?
Después de esto, prometo aceptar que estoy en 95 kilos e iniciar mi reestructuración de hábitos alimenticios de manera más práctica. Se terminaron los rodeos...
"Si soy una persona que sufre de gordura, soy alguien hipersensible y que necesita protegerse. El exceso de grasa que mi cuerpo almacena entre mi ser interior y el medio exterior me indica que inconscientemente busco, quiero aislarme, o bien en mi comunicación con el exterior o incluso, que existe una emoción o un sentimiento preso, “aislado” en mi interior, y que ya no quiero ver. Por mi obesidad, busco una forma de protección que acumulo continuamente en mis pensamientos interiores. Hay un vacío entre yo y el mundo exterior. Así escondo mi inseguridad al estar expuesto, al ser vulnerable y así, quiero evitar estar herido o bien por observaciones, criticas o bien por situaciones en las cuales estaría incómodo, en particular frente a mi sexualidad. Así puedo interpretar mi exceso de peso como siendo el hecho de que lo quiero poseer todo. Mantengo emociones como el egoísmo y sentimientos que no quiero soltar. Esto puede ser un desequilibrio, una rebelión frente al entorno, una reacción a gestos, situaciones que ya no quiero ver o de las cuales ya no quiero acordarme. El alimento terrestre representa también un alimento emocional. Por lo tanto, como excesivamente para colmar un vacío interior o para compensar el éxito que me deja “emocionalmente” aislado. Puedo vivir una gran inseguridad tanto a nivel afectivo como material e inconscientemente necesito almacenar para evitar cualquier “penuria” o “carencia” que podría ocurrir. Esta falta puede haber sido vivida en la infancia y frecuentemente para con la madre, ya que era mi nexo directo con el alimento y la supervivencia. Frecuentemente, la obesidad se produce después de un gran golpe emocional o una pérdida importante, y el vacío vivido se vuelve muy difícil de soportar. Vivo un gran sentimiento de abandono, un vacío interior".
2 comentarios:
Ahí van varias cosas, a saber:
La prime:
Puedes poner los menuses (menús) si quieres, los ejercicios y tal, pero la verdad verdadera es que los comentarios y las comidas de tarro (comerse el tarro es lo único que se puede una comer sin engordar, juas) son la guinda del pastel (ya estamos con metáforas alimenticias).
Amos: que reflexiones todo lo que quieras, porque es divertido y porque reflexionar es algún tipo de flexión, ejercicio, al fin y al cabo :-P
La segun:
A mí me dio un golpe emocional la vida, cuando me quedé embarazada sin esperármelo y desde ese día empecé la lucha contra mi sobrepeso (hay que ver).
La terce:
Todas estas historias psicológicas del miedo a la sexualidad o a que alguien te pida algo que no quieres dar y el refugio que una se busca en los kilos... yo creo que se las inventan los que están flacos. Porque a ver, si un tío te busca y no quieres, ¿no vale decir NO?
Digo yo, eh...
La cuarta:
No hay cuarta. Sonrisa gorda y guiño cómplice.
Besos
*^_^*
Amelia, qué aguda eres. Claro, la reflexión es una flexión! pero dudo mucho que se pierdan calorías...
Algo emocional sí que hay pienso, pero seguro que la principal causa es genética. Me encantaría saber la opinión de un experto.
beso!
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